Por: César Rojas
Marzo, el mes de inicio de clases, mes de los reencuentros donde las sonrisas de los estudiantes alegran estas mañanas frígidas, se escuchan las voces emocionadas de niños listos para empezar una nueva aventura en su segundo hogar, la escuela.
En este encuentro se suman nuestros docentes, grandes seres humanos, que se han preparado con mucho ímpetu para formar nuevos ciudadanos con valores, que con mucha añoranza mantendrán viva la flama de la esperanza de ver un mañana triunfante.
Esa mañana floreciente también la soñó un noble maestro, que con su ardua tenacidad y la lucha diaria por formar esos nuevos valores de la sociedad. “Si buscamos al hombre nuevo forjémoslo con rosas de acero”, en un ambiente de amor pero a su vez con una fortaleza indomable, estas letras son extraídas del pensamiento de nuestro maestro Horacio Zeballos.
En las atardeceres, el sol con sus últimos rayos despidiéndose con un hasta mañana, el maestro acompañado de notas musicales provenientes de vihuelas, se prestaba a realizar esas añoradas veladas literarias, dejando sorprendidos a los niños y a padres e Pitay, lugar donde creo yo, tuvo la mayor dicha de haber disfrutado a este joven que plasmaba por sus cuatro lados una infinita vigorosidad y energía de llevar cultura a su gente.
No faltaban las tómbolas, los festivales deportivos, las rifas y recitales de poesía que mantenían al pueblo de Pitay en armonía, él regando en cada minuto su alegría, y a su vez acompañada de su sabiduría, características de un excelente maestro que lograba transmitir las enseñanzas a sus discípulos.
Ya lo decía él: “Difícil no es vivir sino saber para que se vive”, recordemos hoy docentes a nuestro maestro Horacio Zeballos, que sirva de ejemplo para seguir forjando nuevos valores. Recuerden que un maestro es el nexo que une la realidad con su discípulo.
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